121 cruciales, como reconocer que el cuidado es una responsabilidad colectiva que requiere el apoyo de las administraciones públicas. Concluyó que “ser mayor no significa ser pasivo”. Asimismo, Javier Vázquez Granados, secretario general de Humanización, Planificación, Atención Sociosanitaria y Consumo de Andalucía, inauguró el congreso. En 2024, casi diez millones de personas son mayores de 65 años. “Esta realidad representa un gran éxito del sistema sanitario”, pensó. No obstante, el aumento de esperanza de vida no es asociado a una mejor salud. El gran desafío es el mantenimiento de la capacidad funcional, con el objetivo de mejorar el bienestar integral y la calidad de vida. El entorno de las personas mayores, de “los nuevos jóvenes”, debe ser amigable. Hay que apostar por un sistema dinámico de los cuidados de larga duración, donde primen los modelos con base domiciliaria. Envejecer de una manera saludable significa mantener una forma de vida activa. Es primordial el aprendizaje permanente. Más mayores Cada vez más personas llegan a ser más mayores y con mejores condiciones físicas. En la sesión plenaria Envejecer sin olvidar, moderada por José Manuel Marín Carmona, geriatra y expresidente de la Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología, se señaló que el primer reto es ser capaces de acompasar el aumento de la longevidad con llevar una vida plena hasta el resto de nuestras vidas. “Envejecer saludablemente no es hacerlo sin enfermedad, sino con independencia”, afirmó. El grupo de personas que superan los 80 años, incluso los que superan los 100, son los que están creciendo a un ritmo exponencial. Y en este grupo es donde las patologías neurodegenerativas alcanzan una mayor prevalencia. Sobre las evidencias de las distintas intervenciones en la prevención del deterioro cognitivo expuso Eduardo Agüera Morales, neurólogo y coordinador de la Unidad de Deterioro Cognitivo y Demencias del Hospital Universitario Reina Sofía (Córdoba). Aseveró que hay formas para trabajar el envejecer sin olvidar. El deterioro cognitivo afecta a los pacientes, pero también a sus familiares y a la sociedad. Por ello, hay que detectar los factores de riesgo. “Si pudiéramos evitarlas, sería la mejor manera de hacer un tratamiento”, indicó. Hay un aumento global de la prevalencia de la demencia. Alegó que “la prevención de la demencia no sólo es posible, sino que ya está en marcha”, que “ya se están haciendo cosas”. Ya lo planteó el prevenir el deterioro cognitivo un estudio finlandés de intervención geriátrica, FINGER, que demostró que una combinación de ejercicio físico aeróbico y de resistencia, una dieta saludable, entrenamiento cognitivo computerizado en línea y un seguimiento médico del riesgo cardio metabólico pueden mejorar la función cerebral en personas en mayor riesgo de desarrollar demencia. No hay que confundir factores de riesgo cardiovascular con los de demencia. Estos últimos son la menor educación académica, la hipertensión, la discapacidad auditiva, el tabaquismo, la obesidad, la depresión, la inactividad física, la diabetes, los contactos sociales poco frecuentes, el consumo excesivo de alcohol, los traumatismos craneoencefálicos y la contaminación ambiental. La dieta, el ejercicio y la interacción social son estilos de vida sobre los que actuar. Glosó los beneficios de la interacción social, el aislamiento es un factor de riesgo. Diversos estudios han demostrado que las personas con una vida social activa tienen un menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Por ejemplo, conversar, debatir, participar en juegos de mesa o actividades grupales con otras personas desafía al cerebro y lo mantiene activo, lo que ayuda a mantener las funciones cognitivas. Destacó que no existen medicamentos específicamente aprobados para prevenir el deterioro cognitivo en personas sanas, aunque sí existen investigaciones en curso sobre el uso de ciertos fármacos para este fin. Señaló que es importante actuar de forma multidisciplinar. Resumió que hay que hacer un asesoramiento del riesgo. La demencia no es algo de la edad. Lamentó que una encuesta reciente destapó que alrededor del 62 % de los profesionales de la salud no consideraban la demencia como un trastorno sino como una condición del envejecimiento normal. El médico debe mantener la presión arterial sistólica por debajo de los 130 mm Hg o menos en la mediana de edad de alrededor de 40 años. Sólo controlando la hipertensión se reduce en un2 % la demencia. Concluyó que el 40 % de las demencias es evitable. María Luisa Delgado Losada, psicóloga de la Universidad Complutense (Madrid), se centró en el deterioro cognitivo y en qué es cognitivamente estimulante. Subrayó que en las pruebas hay un efecto de aprendizaje, que es necesario tener en cuenta, y que las pruebas deben estar adaptadas al nivel educativo de la persona que se evalúa. Llevó a colación estudios que han manifestado regresión de deterioro cognitivo leve. Con 396 participantes, uno encontró una tasa de reversión del 34,3 %. Apuntó que “las relaciones sociales cercanas son un factor importante también en fases de deterioro cognitivo”. Hubo 66 personas que revirtieron a una condición normal. La reversión es más posible en aquellas personas que realizan actividades cognitivas estimulantes, con mayor apertura a la experiencia y con mejor visión, entre otras cosas. Las intervenciones de tipo psicosocial son actividades cognitivamente estimulantes. Es decir, un conjunto de intervenciones terapéuticas, con base teórica, replicables, adaptadas a las necesidades de las personas a las que se dirigen, y potencialmente capaces de obtener un beneficio positivo tanto en la persona, como en su entorno social y familiar. Hay que diferenciar entre el entrenamiento cognitivo, para las personas con deterioro cognitivo leve, y que es una de las herramientas más útiles para la reversión, y la estimulación cognitiva, más orientada a personas con fases de demencia más avanzadas. Respecto a la actividad física, muchos estudios evidencian que beneficia, dentro de las funciones ejecutivas, a la planificación. El sedentarismo en personas con demencia aumenta la mortalidad. Las intervenciones multicomponente conllevan “evidencias abrumadoras” de sus beneficios. Se está trabajando en la línea de la pérdida del olfato como un biomarcador del Alzheimer, y que se podría.
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